Edgar Degas siempre recibió apoyo familiar con respecto a su vocación por la pintura: lo enviaron a Italia donde pudo estudiar a los pintores y escultores más importantes del pasado.
Logró entrar a Bellas Artes pero pronto se fue por su cuenta a Italia donde se quedó tres años estudiando a los grandes maestros del Renacimiento.
Se dedicó especialmente al grabado, encontrando un punto de referencia en Rembrandt y los pintores holandeses del Barroco.
Pudo ver de cerca los frescos de Rafael y Miguel Ángel en la capilla sixtina y las esculturas clásicas que iban apareciendo gracias a las excavaciones arqueológicas.
En Florencia empezó a pintar una de sus primeras obras, La familia Bellelli: su tía Laura y sus primas fueron sus modelos.
En 1862 pinta su primera escena en la que se refleja la vida moderna Antes de la Salida. Empieza su temática de hipódromos y carreras de caballo.
En 1868 se integra a las tertulias del Café Guerbois, lideraba por Manet y que también frecuentaban Monet y Paul Cézanne.
Degas fue uno de los grandes contradictorios de su tiempo. Criticó las propuestas del movimiento al que pertenecía y solo se decidió a vender algunas de sus obras cuando, muerto su padre, supo que la fortuna familiar se había agotado.
Con el tiempo se fue convirtiendo en uno de los más importantes coleccionistas. Su colección privada tenía obras de Ingres, Delacroix, Van Gogh, Morisot y muchos de su alumna Mary Cassatt, estadounidense, e impresionista.
En 1873, visitando a su familia materna en Nueva Orleáns, pintó una obra magnífica Mercado de algodón.
Con el paso de los años, se vuelve un anciano solitario y triste.
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